sábado, 6 de junio de 2009

Undostrespormí

Puedo ocupar una hoja roñosa para plasmar algo importante, aunque sea con uno que otro error y no me extraña, si siempre voy tras uno -o delante- y luego lo paso para esperarlo con inquietante calma. O sentarme a pensar. Puedo cambiar la forma en que escribo. Por q no? Pasar por aquí o por acá no varía lo que trato de explicar. O tal vez sí y sólo yo no lo noto. Solo me siento, sólo a pensar. Siento abrazos, cientos de abrazos. Lo que se pueda imaginar, si no lo hago, me siento mal y eso hace peor para la espalda que para la columna vertical de este divagar disperso. Y la escoliosis anónima de un taburete sin que dueño, más que su propietario. Salto...


Me salto una línea. Y es que no lo voy a drogas duras. Doblo el papel invisible y enciendo la blanda. Las zapatillas al cuello y la soga en los pies. Más extravagante que el jueguito del ahorcado. Y es que no muere por colgarse, sino que por el fuego que lo inunda como marea alta por cada error, que varían en cantidad, hasta la muerte - que se cree la muerte-.
Agüita helada, sí! Con la diéresis que se traga mi lengua y las palabras se ahogan y salen a flote camino al estómago sin número. Y se sacuden las zambullidas respirando profundo-cromático y soñoliento dormir. Y si dormir me da sueño, me acuesto. Y sueño mientras duermo, aunque me dé sueño. Hasta que despierte en otra nube, otros colores y otros otros.Punto, punto, punto.

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