Me salto una línea. Y es que no lo voy a drogas duras. Doblo el papel invisible y enciendo la blanda. Las zapatillas al cuello y la soga en los pies. Más extravagante que el jueguito del ahorcado. Y es que no muere por colgarse, sino que por el fuego que lo inunda como marea alta por cada error, que varían en cantidad, hasta la muerte - que se cree la muerte-.
Agüita helada, sí! Con la diéresis que se traga mi lengua y las palabras se ahogan y salen a flote camino al estómago sin número. Y se sacuden las zambullidas respirando profundo-cromático y soñoliento dormir. Y si dormir me da sueño, me acuesto. Y sueño mientras duermo, aunque me dé sueño. Hasta que despierte en otra nube, otros colores y otros otros.Punto, punto, punto.
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