Los paisajes de la tarde, los suspiros matutinos y las alegrías que invaden. Las hago pasar amenamente, mientras sonrío en tu pecho de mar, y bebo las lágrimas de entregas. Por las noches estallamos en cada parpadeo burdeo, del cielo y su luna, las nubes, la bruma. Las palabras que encierran y liberan la aproximación.
Hay palabras que se escapan por babor, estribor, y que aqui varan, se anclan para indicar que no somos sólo historias de navegantes . . .
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Pásame la mañana.
Lo perenne de mi esencia y esta vez no como adjetivo, porque le cae mal al estómago. Si no como sustantivo yuxtapuesto, caótico y catatónico. Soy el cloroformo de la escritura, el trabalenguas para foráneos. De la brisa: mi día. De los sueños: paseos. Corra los velos, velozmente de mente, demente. Coma las comas y lea perdiendo el aire con calma y sin aire.
martes, 8 de septiembre de 2009
PezAmoroso*
Pez de papel. como hoja que se desintegra en el Amazonas. Recorriendo los meandros que aceleran el pulso...
Te he jido
Y así, pues. Todo acaba, nace otra vez y se desdibuja la cronología de éste último tiempo. Afianzando lo que parecía el camino al destierro de esa flor, que nace por la entrega y muere en la razón. El sentimiento surge de manera compleja, pero segura y que me toma en buen pie, no por los hechos, si no por el pensar, que me hace cosquillas como las luces del puerto. Esas que esta vez no encuentra sonrisas, que nacían cuando por fin se cruzaban esas miradas frente al mar del que tanto se hablaba. Cambio el recuerdo y malogro lo exterior, me tergiverso y tú, tan presente estos días, que me domina aun más de lo que esto dice. Cuando me traigo acá, me enternecen las mismas luces, mirando eso espacios oscuros que albergan sueños de sin distancia y que ahora se vuelve a encender la luz en otra parte de la oscuridad. Y sí, las expresiones sí que se mezclan, y eso era la frase inicial que ya arruina la explicación al silencio del cielo que tan inquieto sueña hoy, y es que ya no tiene ni tu olor ni el abrigo de tus palabras.
Compuertas y ventanas.
Amanece a medianoche y la Luna* alimenta mis suspiros hambrientos. Sabores a mediodía en ferias paralelas, mas para nadie más. Alterno la mirada y respiro bajo el agua. Súbito sueño recurrente me lleva al mar. Altera el tiempo y me trae de vuelta, de eso que recorre mi cuerpo y conecta los puntos, traza líneas y abre compuertas. Porfío, me sumerjo, salgo a flote mientras lo observo desde la hamaca. Sereno, mi cuerpo se dispone a seguir y las piernas conviven con saltos de piedra en piedra, roca en roca. Y si tropiezo acostado en la cama, aquí las piernas y los saltos entablan estrecha y sólida relación. El pensamiento me lleva a la siguiente roca, reposo y contemplo un rato, mi atardecer, un valle. Dibujo los círculos de ideas esféricas, burbujas de grandes profundidades. El tejido empírico que absorbe cada momento y lo almacena como pesados archivos a descomprimir. Todos los detalles, cada posibilidad, cuanto podamos descubrir e inferir.
Tranqui, Lo
Tardé en tardes de logros. Algo así quería. Quietud bajo tierra, elevándome. Vista a la altura del momento, la navaja se oxida y la tuna, con mitones de espina, me saluda. Los colores traen la energía al cuerpo. El sol se ablanda, la cordillera hace mella en la figura uniforme. Los rayos estallan en el campo, en la copa de los árboles. Ahí donde los pájaros destellan con sus alas, poemas en el cielo planeando en v. Se esconde por completo, mas su luz ilumina el aire en picada y la uña clavada. El agua se encausa e irriga la plantación como fibra a mis sueños, a mi visión de vida. El cielo esparce nubes con deliberación de águila. El bosque es secreto hasta mañana, donde el alba encrespa las pestañas. Se enfrían las piernas en dirección a tu casa, Tonos dorados, todos morados me atrapan como mosquito en telaraña. Y aunque no es preciso que me vaya, sayonara.
jueves, 3 de septiembre de 2009
A ver...
Recurro a la cordura flaca y a la locura larga de tópicos alternados en dicotomías de viajes y paternidades pedagógicas. La nieve al costado en el que estoy recostado, hiela las manos frías de calor y color. A veces escribo en mi cabeza, y pienso con las manos recorriendo el cuerpo que amo, y no soy amo. Siento estrellas que ilumina la reflectante visión del puerto y sus luces que nos esconden en ausencia de ellas. Que suene la voz de los barcos, que mi silencio quiere escuchar el tono medio loco de tu canción.
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