martes, 8 de septiembre de 2009

Tranqui, Lo

Tardé en tardes de logros. Algo así quería. Quietud bajo tierra, elevándome. Vista a la altura del momento, la navaja se oxida y la tuna, con mitones de espina, me saluda. Los colores traen la energía al cuerpo. El sol se ablanda, la cordillera hace mella en la figura uniforme. Los rayos estallan en el campo, en la copa de los árboles. Ahí donde los pájaros destellan con sus alas, poemas en el cielo planeando en v. Se esconde por completo, mas su luz ilumina el aire en picada y la uña clavada. El agua se encausa e irriga la plantación como fibra a mis sueños, a mi visión de vida. El cielo esparce nubes con deliberación de águila. El bosque es secreto hasta mañana, donde el alba encrespa las pestañas. Se enfrían las piernas en dirección a tu casa, Tonos dorados, todos morados me atrapan como mosquito en telaraña. Y aunque no es preciso que me vaya, sayonara.

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