martes, 8 de septiembre de 2009

Te he jido

Y así, pues. Todo acaba, nace otra vez y se desdibuja la cronología de éste último tiempo. Afianzando lo que parecía el camino al destierro de esa flor, que nace por la entrega y muere en la razón. El sentimiento surge de manera compleja, pero segura y que me toma en buen pie, no por los hechos, si no por el pensar, que me hace cosquillas como las luces del puerto. Esas que esta vez no encuentra sonrisas, que nacían cuando por fin se cruzaban esas miradas frente al mar del que tanto se hablaba. Cambio el recuerdo y malogro lo exterior, me tergiverso y tú, tan presente estos días, que me domina aun más de lo que esto dice. Cuando me traigo acá, me enternecen las mismas luces, mirando eso espacios oscuros que albergan sueños de sin distancia y que ahora se vuelve a encender la luz en otra parte de la oscuridad. Y sí, las expresiones sí que se mezclan, y eso era la frase inicial que ya arruina la explicación al silencio del cielo que tan inquieto sueña hoy, y es que ya no tiene ni tu olor ni el abrigo de tus palabras.

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