En una vida de burbuja, busco oxígeno en la música o todo lo que tome un momento, me respire y me suelte. Reviente de golpe. Interpretan los sueños y otra sonrisa me eleva. Tu suspiro me desvía. Estoy bajo mi propio arresto. Ya no me preparo... Muchos lo dijeron. El estado mismo de introspección. Creo que ya grito tan claro. Que siento que quiero. Sueño que anhelo, no lo recuerdo. Baja por mis brazos. Y aquí estás. Chorreando y convenciendo. Ya no ocupo ni el sufrir ni el dolor. Solo, descanso en mi burbuja. Ignorando comprensión, Ignorando súbitamente lo que aquí sucede. Sólo queda el espacio para el cobijo mutuo, de esa palabra que ya no conozco ni repito, ya no. Me quedo en el delirio, mirando un árbol infinito, de copa ya alcanzable y mirada perdida. Se sitúa en fotografías, capítulos y en escenas. La dirección exacta de momentos. personajes de última hora. En andenes a la hora, con melodías concretas. Y su fragancia acalorando el ambiente tenso. Enfriando este respiro, mi respiro. Soplo y sigo. Me apoyo en lo que aún queda, en los que todavía me sostienen, mientras los salgo a buscar, pero en mi burbuja. Repaso mis pasos, despacio. Corro y recorro, despacio. En los años que no he parado, durante este romanticismo efervescente, que baja y se estaciona. Sube y flota. Incluso a veces, me presiona. En fin, siempre hay palabras. En relaciones que se desgastan, se forman, se hacen, se transforman y no se transan.
"Soy la burbuja que te refleja, y que destruirás con sólo un parpadeo" (Julio Cortázar)
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